"Hay opios para el remordimiento, narcóticos que pueden acallar el sentido moral hasta dormirlo. Pero aquello era un símbolo visible de la degradación del pecado. Era un signo siempre presente de la ruina a que llevan los hombres a sus almas".
"Llenó hojas y hojas de ardientes palabras de pesar y de ardientes palabras de dolor.
Existe una voluptuosidad en hacerse reproches. Cuando nos censuramos, sentimos que ningún
otro tiene derecho a hacerlo. Es la confesión, y no el sacerdote, quien nos da la
absolución. Cuando Dorian terminó su carta sintióse perdonado".
"El retrato de Dorian Gray" - Oscar Wilde
"Llenó hojas y hojas de ardientes palabras de pesar y de ardientes palabras de dolor.
Existe una voluptuosidad en hacerse reproches. Cuando nos censuramos, sentimos que ningún
otro tiene derecho a hacerlo. Es la confesión, y no el sacerdote, quien nos da la
absolución. Cuando Dorian terminó su carta sintióse perdonado".
"El retrato de Dorian Gray" - Oscar Wilde
Es tan divertido tener problemas. "Últimamente solo escucho tus quejas". ¡¡Pero si das para mucho más que eso!! Todo se trata de un balance; no existe lo bueno sin lo malo. Una cosa sin su opuesto. La ausencia y la presencia. Un balance, un equilibrio. Incluso la búsqueda espiritual de alguien “equilibrado” es señal de su desequilibrio y su problema, puesto que la búsqueda es solo un problema informático. Solo es un nivel diferente en la MENTALIDAD hermética. La seguidilla de estos principios a partir de la generación de un pensamiento es maravillosa porque revela la formación de la realidad, que no es otra cosa sino un estado mental. Lo interesante de poder concientizarlo es el control que ello conlleva. El “querer controlar” está mentalizado, estratificado, resuena y está polarizado, yendo y viniendo, coaccionado por una especie de moralidad, que no es sino una mentalización del ideal de realidad que es convención. Pero es allí donde falla esa mentalización. Peca de soberbia y encuentra su límite en el efecto que causa. Siempre se trata de un círculo. Y es por ello que la moral es algo flexible. Pues cualquier imposición autoritaria es falsa. Cayendo en el abismo de la inacción y la parálisis, causadas por el término de la polaridad en cierto nivel y el salto vibracional a otro, modelamos el mundo en el que vivimos. Lo transformamos. Cambiamos nuestra realidad. Uno se esfuerza y tiene cierta compasión por quienes no quieren ver. Pero no es el enojo o la frustración quien cambia el mundo. Es la aceptación, la paciencia. Paciencia no de esperar, sino de paz y cambiando desde la incondicionalidad, con amor. Hoy leí sobre el sufrimiento y el “amor”, no del incondicional sino de ese amor que llamamos “complementario”. Hoy escuché sobre el sufrimiento y el “amor”. El sufrimiento no es más que el control y el condicionamiento de nuestra moral, valores, preceptos y conceptos. Es la falta de aceptación e ignorar la conciencia. Todo ello que empieza desde abajo, termina arriba. Si comenzamos desde abajo y cambiamos nosotros es inevitable - ¡realmente es inevitable! – cambiar lo de arriba. Un voto, por ejemplo, no es un cambio. ¡Un voto es un contrato firmado anónimamente por el votante! ¡Qué cobardes, necios e ingenuos! La crisis de representatividad está en que cuando no se cumple el contrato no se sabe a quién se está perjudicando. Dentro nuestro duerme ese falso alivio, blasfemo, del anonimato. ¡Es nuestra condena! Pero quien juzga es la conciencia que ignoramos. Y mientras más la ignoramos, tratamos de controlarla y, en algunos casos, hasta pedimos consejos solo para intentar justificar nuestro autoconvencimiento. Y es aquí donde el círculo hermético de los 7 principios interrelacionados marcha. Una cosa que tapa a otra genera la realidad en la cual nos movemos inconformes. ¡Es fácil culpar a otros! Parece que esas bellas protuberancias que salen de nuestras manos, y no por nada son útiles para crear, lo son también para señalar. Hay mucho para aprender. Dejemos de arrepentirnos, culpabilizarnos y victimizarlos, cuando no somos más que víctimas de nuestra incapacidad para ACEPTAR. ¡AMÉMOSNOS al menos a nosotros mismos!